Me ha costado muchísimo, sentarme, frente al ordenador, no sabéis cómo duele.
El coronavirus, ha golpeado mi familia de tal forma, que es una herida abierta.
Mi cuñada, el sábado hizo la despedida de Antonio, el tío de mi hija, y hacerlo le dejó, al menos tranquilidad, yo necesito también despedir a mi padre, antes de que mi madre tuviese alzheimer, siempre que se ponía él al teléfono, era para decirle: "que se ponga la mama"
Pero ante las dificultades, mi padre, se crecía, aprendió a cuidarla, a llevarla de la mano, vivió momentos durísimos, todos los vivimos, pero él más. Se me caen las lágrimas ;( mi padre y yo, siempre hemos tenido tensiones, pero hace años que las olvidé, recuerdo, perfectamente el día, me había quedado con mi madre en el hospital, toda la noche, estaba agotada y a las 6 de la mañana, vi a un viejito que se acercaba, era mi padre, había madrugado, para que yo me fuese a descansar.
Le enseñó a contar, por eso mi hija, en vez de seis, dice "sais" por el deje andaluz, murciano.
Siempre, estuvo en todos mis cumpleaños, y mi hija le quiere. En internet, encontré esta historia, para explicarle que el abuelo y Antonio, estaban en el cielo, junto a Julio y George
Jack y la muerte – Cuento anglosajon
La madre de Jack estaba en su lecho de muerte. El médico fue a verla y se marchó, diciendo que no había nada que hacer. Mientras su madre luchaba entre la vida y la muerte, Jack bajó a la playa cercana a aliviar su tristeza caminando por la arena, dando patadas a los guijarros, tratando de no llorar.
De repente, una silueta alta y delgada llegó caminando por la playa y se acercó a él, vestida con una capa negra y con el rostro tapado bajo la capucha. Al llegar a su lado le preguntó con voz alta y aguda:
—¿Sabéis dónde está la granja Beanstalk, jovencito?.
La Granja Beanstalk era donde vivía Jack, y él enseguida adivinó que esta figura sin rostro era la muerte en persona que venía a buscar a su madre.
—¿Quién quiere saberlo?, —preguntó Jack, haciendo tiempo.
—La Muerte, —dijo la muerte, altiva.
—¡Bah!, —dijo Jack. —¡Buen chiste! ¿De verdad queréis que me lo crea? Es más probable que seáis un vendedor de enciclopedias.
—No soy un vendedor de enciclopedias—, saltó impaciente la muerte. —Soy la Muerte y tengo mucho trabajo importante que hacer. Ya voy con retraso, así que, ¿seríais tan amable de decirme dónde está la Granja Beanstalk para que pueda seguir mi camino?
—¡Oh, vamos!, —dijo Jack, —no esperaréis que me crea un cuento chino como ése. ¿Creéis que nací ayer? No, apuesto a que estáis tramando algo malo.
—Por el amor de Dios, —dijo furiosa la muerte. —Yo soy la Muerte y necesito ir a la Granja Beanstalk. ¿Dónde demonios está?
—Sigo sin creeros, —dijo Jack. —Sí queréis que os ayude, tendréis que demostrarme que sois realmente la muerte.
La Muerte respiró profundamente -su médico la había prevenido contra el estrés, y luego dijo, con exagerada cortesía: —De acuerdo, joven. ¿Qué queréis que haga para probarlo?
—Bueno, —dijo Jack, —si de verdad fueseis la muerte, podríais cubrir el cielo entero.
—Eso es fácil, —dijo la muerte, y creció y creció hasta llenar el cielo entero, oscureciéndolo todo como si fuera de noche. —¿Veis?, —dijo orgullosa cuando se hubo encogido de nuevo.
—¿Dónde?, —dijo Jack. —Se puso todo oscuro y no vi nada. No, eso no me vale, tendréis que hacer otra cosa. Mirad, si fuerais de verdad la muerte podríais gritar tan fuerte que hicierais retumbar los acantilados.
La Muerte gritó tan fuerte que cayeron rocas de los acantilados y los peces saltaron fuera del agua asustados.
—¿A eso le llamáis gritar fuerte?, —rió Jack. —Mi madre susurra más alto cuando me cuenta un cuento para dormir. No, eso no me vale. ¡Oh, ya sé! ¡Esto lo probará! —Jack sacó un bote del bolsillo, desenroscó la tapa y dijo:
—Si de verdad sois la muerte podréis meteros fácilmente en este bote, porque la muerte puede entrar en cualquier sitio, incluso cruzar puertas cerradas.
—Fácil, —dijo la Muerte, y se encogió y se encogió, más y más, hasta que saltó metiéndose en el bote.
En cuanto estuvo dentro, Jack puso rápidamente la tapa, la enroscó y la cerró con fuerza. Ahora tenía atrapada a la Muerte, y silbando una alegre canción, regresó a su casa.
Cuando llegó allí, se encontró a su madre bailando por la cocina. —Oh Jack, —dijo, —¡me siento muchísimo mejor! ¿Sabes qué? Vete al carnicero a comprar panceta para el desayuno. Tengo mucha hambre.
Cuando llegó allí, se encontró a su madre bailando por la cocina. —Oh Jack, —dijo, —¡me siento muchísimo mejor! ¿Sabes qué? Vete al carnicero a comprar panceta para el desayuno. Tengo mucha hambre.
Y allá se fue Jack a la carnicería. Pero cuando llegó, se encontró al carnicero, —¿me da un poco de panceta, por favor?
—Jack, —resopló el carnicero, —me encantaría venderos panceta, pero hay un problema. Veréis, llevo intentando matar al cerdo toda la mañana, haga lo que haga, simplemente no se muere.
—No importa, —dijo Jack, —ponedme entonces un pollo.
—Pasa lo mismo con los pollos, —dijo el carnicero. —Tampoco consigo matarlos.
Curioso, pensó Jack, y volvió a casa de su madre. —Hoy es uno de esos días raros, —le dijo—, el carnicero no consigue matar nada.
—¡Qué cosa tan rara!, —dijo su madre—. Bueno, no te preocupes, vete al huerto y cógeme unas verduras. Haré una sopa muy rica.
Jack salió a la huerta y tiró de una zanahoria, pero en cuanto salió hasta la mitad, una fuerza misteriosa tiró de ella hacia dentro de nuevo. Se dio cuenta de que hiciera lo que hiciera no conseguía sacar una patata, una hoja de repollo, coger un tomate ni una judía.
—Curioso, —pensó. Trató de arrancar una manzana de un árbol pero simplemente se a soltarse de la rama, y tuvo la misma suerte con las cerezas.
—Muy curioso, —pensó Jack mientras volvía a casa y le decía a su madre nada se dejaba coger.
—Qué cosa tan rara, —dijo su madre. —Bueno, no te preocupes, ya comeremos algo después.
Las semanas pasaban y nada moría. Jack, su madre y todos los demás tenían cada vez más hambre. No sólo eso, cada vez había más de todo, más moscas, pulgas, más mosquitos.
Los mares estaban tan llenos de peces que a los barcos les costaba navegar. En los cielos había tantas aves que a los aviones les costaba llegar a los aeropuertos y las selvas estaban empezando a invadir todas las ciudades del mundo. Por supuesto todos los seres vivos del planeta tenían un hambre atroz, desde el león de la sabana hasta la cebra.
Las semanas pasaban y nada moría. Jack, su madre y todos los demás tenían cada vez más hambre. No sólo eso, cada vez había más de todo, más moscas, pulgas, más mosquitos.
Los mares estaban tan llenos de peces que a los barcos les costaba navegar. En los cielos había tantas aves que a los aviones les costaba llegar a los aeropuertos y las selvas estaban empezando a invadir todas las ciudades del mundo. Por supuesto todos los seres vivos del planeta tenían un hambre atroz, desde el león de la sabana hasta la cebra.
Se reunieron los gobernantes de todos los países e hicieron un comunicado conjunto en el que pedían lo siguiente:
—Se hace saber a todos los ciudadanos de este planeta que, quien tenga la solución a este mal que nos asola, la ponga en marcha de forma inmediata.
Por fin su madre suspiró. —Jack, no podemos seguir así, no tiene ninguna gracia. Yo no sé exactamente qué ha ocurrido para que pasen cosas tan raras, pero no me extrañaría que tú tuvieses algo que ver en todo esto. Dime ¿qué has hecho?.
Jack sacó el bote del bolsillo. —Me encontré a la Muerte que venía a por ti y la atrapé en este bote.
—Jack, —dijo su madre, rodeándolo con el brazo—, eres un buen chico, pero vas a tener que soltar a la Muerte.
—Sí, lo sé mamá, —dijo Jack en voz baja. Besó a su madre y muy triste bajó hacia la playa. Durante mucho rato recorrió la playa de arriba abajo, tratando de reunir el valor necesario para hacer lo que tenía que hacer.
Por fin sacó el bote, desenroscó la tapa y la Muerte salió de un salto.
Al hablar, la voz de la Muerte sonó suave y amable. —Quizá ahora entendáis, Jack, que yo no soy enemiga de la vida sino su amiga, pues sin mí, no existiría. La vida y yo somos dos caras de la misma cosa y no podemos existir la una sin la otra.
—Sí, —dijo Jack, —ahora lo entiendo. La Granja Beanstalk está justo detrás de esa duna de arena.
—Gracias, —dijo la muerte. —Nunca antes ningún otro humano había conseguido burlarme, —confesó La Muerte—. En reconocimiento a tu insólita habilidad, te recompensaré dejando vivir a tu madre unos años más. Pero no quiero que llores cuando venga a por ella, ¿de acuerdo?
Jack se le enfrentó una vez más y dijo:
—No, Señora Muerte. Lloraré y mucho porque quiero a mi madre, pero no te maldeciré. Ahora sé que eres tan necesaria como tu hermana La Vida. —Una hora después Jack y su madre estaban montando su caballo por la playa completamente felices.
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Fuente: aquí
En este confinamiento, tanto mi hija, como yo, hemos pasado el coronavirus, lo hemos sabido a posteriori, el 15 de marzo yo ya tenía fiebre, y el 17 mi princesa, sólo tuvo muy poquita, pero el gatito no queria estar con ella, raro, raro
Mis hermanos también enfermos, una situación caótica, a finales de mes, fue cuando mi padre enfermó :( todos mal, mi agradecimiento a la Dra. Orive y a Tamara, la trabajadora social, que viendo la dificil situación que estábamos viviendo, mi princesa se quedaba en el coche, (llamé a su padre, para que la cuidase mientras cuidaba a mis padres y se negó a darme su dirección :(
Sólo me consuela, saber que mis padres estaban juntos, en el socio sanitario :( también mi agradecimiento a Noe, mi cuñada.
En el confinamiento fue el cumple de mi princesa, le hice un pastel de cartón y luego se ha podido hacer fotos, con su hermano, también con su padre, vino a verla el 17 de abril, mis padres ya llevaban 15 dias ingresados y parecía que evolucionaban bien, y preferí olvidar el agravio de no quedarse con su hija, porque ella que sólo estaba conmigo, pudiese compartir un espacio con él.
el día 24, falleció mi padre, toda su familia, que es maravillosa, compartieron mi dolor y me dieron el pésame.
Hace un mes, empecé a darle a mi hija, nuevamente abilify, empezamos por una pastillita de 5 mg, la ponía en un estado de somnolencia que le daba violencia, sentirse así, por lo que decídí darle la mitad, 2,5 mg al día, se lo consulté a la psiquiatra y lo vió bien.
He de decir, que nos ha cambiado la vida, totalmente, mi princesa ha dejado de estar en resistencia continua, se baja en la playa, caminamos por la orilla sin dirigirse a otras personas, vamos a la piscina, su conducta, ha dado un giro de 180º.
Con su hermano, Ismael, disfrutó de un buen baño, pero mar adentro y en la piscina, coloca su toalla y cada día, hace su ejercicio.
La contrapartida, de la medicación, el aumento de peso y este mes, no le ha venido la menstruación, así que vamos a ver como lo solventamos.
Esta es la última entrada de este blog, que durante 10 años, nos ha acompañado, no sé si podrá ayudar a otros padres.
Por ejemplo, el año pasado insistía que el abilify no le hacía nada a mi hija, y solo veía lo negativo del aumento de peso, este año, que estoy las 24 horas con ella, menos cantidad le hace un bien en la conducta importante, pero no evitamos los efectos secundarios, pero seguimos buscando soluciones.
Agradeceros a todos, las muestras de cariño, tanto a las personas que hemos conocido por la red, como a las que comparten mi vida, que me la facilitan, mientras mi hija está en la piscina, un monitor, le tira la pelota, y yo puedo estar un rato en el spa para relajarme, GRACIAS.
Deciros, que es el año que más madrugamos, mi hija al personal de limpieza y jardineria del ayuntamiento, los llama upalumpas, así que a las 7 estamos buscando upalumpas y luego paseo por la orilla del mar. Mi princesa, sigue teniendo un sentido del humor tan especial, que ella ha sido mi salvavidas, por desgracia, cuando mis hermanos me muestran a mi madre por videollamada, ella no la reconoce :(
Nos despedimos, con este corto del que todos deberíamos aprender,
G R A C I A S de parte de La Princesa Del Pais De Nunca Jamás.